miércoles, 11 de agosto de 2010

Sexta Virtud: servir desinteresadamente a los demás.

Las rosas amarillas recuerdan el viejo proverbio chino que dice:
“La mano que te da unas rosas siempre conserva un poco
de la fragancia”. Es decir, cuando trabajamos para mejorar la
vida de los demás, indirectamente estamos mejorando la nuestra.
La calidad de la vida se reduce en definitiva a la calidad de
lo que uno aporta. Al elevar la vida de los demás, la vida propia
alcanza las montañas más altas. Lo importante es vivir para
dar.

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